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Tomarse un buen café se ha convertido en una forma de vida. Hacerlo a solas transmite tranquilidad y relax, mientras que compartirlo en buena compañía es un acto social en el que se comparten confidencias y anécdotas. En Cafés Gometero lo sabemos, y por eso nos encanta nuestro trabajo desde que D. Manuel Otero Gómez fundó la empresa a mediados del siglo XX.

Desde entonces han pasado unos cuantos años en los que hemos investigado y nos hemos obsesionado con conseguir el café perfecto. Por eso ponemos todo el cariño en cada paso del proceso: desde el tueste del grano, pasando por la torrefacción, hasta la creación de los mejores blends (mezcla de granos de distintos orígenes para obtener cualidades equilibradas y únicas).

Nuestro principal objetivo fue, es y será siempre el disfrute de los amantes del café y ofrecer materia prima de calidad para los mejores profesionales de la hostelería. En resumen, mejorar la vida de todo aquél que se ponga delante de una taza de café recién hecho.

nuestro café

¿Sabías que el café se cosecha a mano y con sumo cuidado? Es una labor que no puede realizar cualquier persona, ya que requiere experiencia, habilidad y saber seleccionar los granos para elegir los mejores y desechar los que no tienen la calidad adecuada. Con el mismo mimo con el que los recolectores recogen el fruto del cafeto, Cafés Gometero lo tuesta y lo trata para que puedas disfrutar de ese inconfundible aroma que enamora a tantos millones de personas.

A día de hoy se desconoce cual es el origen real del café, aunque sí se sabe que se remonta al siglo XIII y se sitúa en Abisinia (actual Etiopía) en el continente africano. Existen varias leyendas que cuentan el origen de esta bebida. La más conocida es la de un pastor de cabras llamado Kaldi, quien observó cómo sus animales se llenaban de vitalidad al morder las bayas rojas de un arbusto.

El pastor llevó los frutos a un monasterio cercano donde los monjes que vivían allí los probaron infusionados, pero les supieron demasiado amargos. Tras echarlos al fuego, se dieron cuenta de que salía un aroma muy agradable, momento en el que los rescataron de las brasas ya tostados y los volvieron a mezclar con agua y sal. Y esta se convirtió en la primera taza de café.

El café se fue expandiendo desde Etiopía hasta llegar a los países árabes de Yemen, Arabia, Persia… donde un médico y botánico alemán, Léonard Rauwolf, lo describió por primera vez en el año 1583 con estas palabras:

“Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los males de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso lleno. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu”.

Hasta el siglo XVII no llegó a Europa, donde no fue muy bien aceptado por los sacerdotes católicos hasta que el papa Clemente VIII lo probó y quedó cautivado con su sabor. Tuvieron que pasar dos siglos más para que  el café se popularizara en occidente y se convirtiera en la popular bebida que conocemos hoy.

Certificados calidad

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